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Aceiterol


Aceiterol® es un nuevo producto hecho a partir de dos de los principales alimentos que caracterizan nuestra beneficiosa Dieta Mediterránea, el aceite de oliva virgen extra y el tomate. Para llegar a realizar este compuesto, hemos utilizado nuestro mejor aceite de oliva virgen extra ecológico, obtenido de la variedad morisca, y un extracto de tomate que contiene una cantidad muy elevada de los compuestos que hacen a esta hortaliza tan saludable.

 


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Cada tarrina de 20 ml de Aceiterol® contiene aceite de oliva virgen extra ecológico y una cantidad de extracto de tomate (oleorresina de extracto natural sin aditivos). Las proporciones relativas de los elementos son las siguientes:

Componentes:

El extracto de tomate contiene una amplia gama de antioxidantes, entre los que destaca el licopeno, caracterizados por ser los carotenos más abundantes en el suero humano, y que deben ser incorporados a nuestra dieta puesto que nuestro cuerpo no los sintetiza. Así pues, este estracto contiene los elementos activos que hacen del tomate una hortaliza imprescindible en nuestros platos.

Por su parte, el aceite de oliva utilizado es Virgen Extra, la más alta categoría que puede ser considerada como el auténtico zumo de aceituna, que se caracteriza por ser la grasa vegetal más saludable al poseer una concentración de ácidos grasos adecuada, que comprende una apropiada relación de saturados, monoinsaturados (ácido oleico) y poliinsaturados (ω-6 y ω-3). A esto, hay que unir la llamada fracción insaponificable del aceite de oliva, que consta de un conjunto de antioxidantes (hidroxitirosol, oleuropeína) y vitaminas (tocoferoles), además de otros elementos biosaludables (fitosteroles), que en conjunto contribuyen al efecto beneficioso del aceite de oliva sobre la salud. Esta fundamental fracción es notable en el aceite de oliva virgen extra, bajando su cantidad y calidad en las categorías inferiores, e incluso en otras variedades.

Además, el aceite de oliva procede de cultivo ecológico, con lo que implica sólo la utilización de métodos tradicionales en el cultivo del árbol. La principal variedad de aceituna utilizada es la conocida como MORISCA. Recientemente, estudios que desarrolla nuestra empresa en colaboración con centros de investigación, han demostrado que la variedad MORISCA posee un alto contenido en hidroxitirosol, un destacado antioxidante el mas potente de los que contiene el aceite de oliva.

Elaboración:

El extracto de tomate natural utilizado comprende una oleorresina obtenida mediante un proceso de separación que utiliza condiciones suaves en la extracción de los compuestos activos, impidiendo su degradación y/o oxidación durante el proceso, resultando en la concentración de los mismos en su matriz natural, sin que se produzcan cambios en la distribución de isómeros estructurales que puedan afectar a las propiedades del concentrado.

Los tomates utilizados en este proceso no son fruto de la utilización de métodos de ingeniería genética, sino que han sido seleccionados por su alto contenido en licopeno mediante técnicas convencionales de reproducción, produciendo nuevas variedades de tomates con un contenido en este antioxidante de 3 a 4 veces mayor que los habituales.

El aceite de oliva virgen extra ecológico ha sido obtenido de aceitunas recogidas directamente del árbol, empleando sólo métodos mecánicos de extracción a temperaturas suaves, asegurando con ello que los beneficiosos compuestos que pasan al aceite no sean modificados, y se incorporen de forma natural del fruto al preciado líquido.

Para la conjunción de ambos aceites en un solo producto, Aceiterol®, se ha utilizado un proceso que comprende una primera fase de mezcla suave para impedir una indeseable oxigenación, y posteriormente una segunda e imprescindible fase de homogeneización del producto, consiguiendo con ello una disminución en el tamaño de las partículas de la oleorresina que se encuentran disueltas en el aceite de oliva.

Actividad Biológica:

Las propiedades que el aceite de oliva tiene en nuestra salud se deben fundamentalmente a su adecuado perfil de ácidos grasos, y al patrimonio exclusivo de sustancias presentes en la fracción insaponificable.

Numerosos estudios indican que un consumo apropiado de aceite de oliva reduce el denominado colesterol malo (LDL) y aumentaría levemente el llamado colesterol bueno (HDL). Este beneficio esta relacionado con el perfil de ácidos grasos. Los saturados, aunque tienen una gran resistencia a la oxidación, al consumirse en un número elevado, producen un incremento de los niveles de colesterol LDL. En cambio, los ácidos grasos poliinsaturados reducen los niveles de colesterol LDL, pero poseen una baja resistencia a la oxidación, resistencia que es bastante más elevada en el caso de los monoinsaturados (ácido oleico), los cuales además de disminuir los niveles de LDL, parecen aumentar levemente los de HDL. La proporción que posee el aceite de oliva permite compaginar estas virtudes sin que haya un déficit en el aporte de saturados y poliinsaturados.

Otra forma de luchar contra los niveles de colesterol es impedir su absorción y/o facilitar su excreción, funciones que se ven impulsadas por fitosteroles (betasitosterol) y el cicloartenol respectivamente, ambos presentes en el aceite de oliva. Por otro lado, el licopeno y el betacaroteno presentes en el concentrado de tomate poseería un efecto hipocolesterolémico moderado “in vitro”, disminuyendo los niveles de colesterol LDL, beneficio que podría sumarse al producido por el aceite de oliva virgen extra.

Las partículas LDL son lipoproteínas que transportan los ácidos grasos que ingerimos en la dieta, con lo que su número y resistencia a la oxidación dependerá, entre otras cosas, de la cantidad y tipo de grasas que tomemos. Estas partículas poseen su propia defensa a la oxidación, encargándose de ésta antioxidantes que forman parte de su estructura. Su calidad y número también depende de lo que tomemos en la dieta. Puesto que esta capacidad es limitada, una vez agotada, las LDL sufren un proceso de oxidación que conlleva a una modificación en su estructura que las capacita potencialmente como sustancias aterogénicas, es decir, podrían provocar un daño en nuestros vasos sanguíneos que aumentaría la probabilidad de que se produjese la formación de una placa de ateroma, principio de la enfermedad aterosclerótica.

En este sentido, el aceite de oliva aporta ácidos grasos con destacada resistencia a la oxidación, y antioxidantes que constituirían la primera línea de defensa. El concentrado de tomate contiene, así mismo, un elevado número de antioxidantes, encontrándose muchos de ellos formando parte de las LDL y en el plasma si son ingeridos en la dieta, siendo dependiente su concentración de la ingesta. En este aspecto, habría que destacar al licopeno. Este caroteno posee una marcada actividad antioxidante, siendo numerosos los estudios que indican una acción protectora de las LDL (es el caroteno más abundante en su estructura) retardando la acción de sustancias oxidantes sobre las mismas.

Además de su acción beneficiosa sobre los niveles de colesterol y la arteriosclerosis, el aceite de oliva también posee efectos positivos en la digestión, la agregación plaquetaria, la hipertensión arterial, la inflamación y el dolor, y como apuntan estudios epidemiológicos y experimentales, podría tener un papel destacado en la prevención de algunos tipos de cáncer al poseer compuestos potencialmente anticancerígenos e inhibidores de factores de transcripción proinflamatorios.

En esta lucha, el equilibrio oxido-reductor del organismo resulta importante, puesto que un desequilibrio en el mismo provocaría una mayor presencia de sustancias prooxidantes que no son contrarrestadas por antioxidantes, con lo que debido al carácter altamente reactivo de los primeros podrían reaccionar con proteínas, ácidos grasos, ADN… provocando un cambio estructural que implicaría un mal funcionamiento o disfunción de estas moléculas. Esto ocurre con frecuencia en nuestro organismo, el cual, posee mecanismos para reparar o eliminar estas sustancias defectuosas. Lógicamente, esta capacidad es limitada, y el aumento de estos “desperfectos” provocan serias patologías como el cáncer.

El tocoferol (vitamina E), el tirosol e hidroxitirosol, y la oleuropeína son algunos de los antioxidantes aportados por el aceite de oliva. El hidroxitirosol es un antioxidante de elevada actividad. Se ha observado su ingestión por parte del organismo, lo que es imprescindible para mostrar su capacidad. Así mismo, se le ha relacionado con una inhibición de la agregación plaquetaria. En cuanto a la vitamina E, se encuentra en elevada cantidad en el aceite de oliva. Esta vitamina esta relacionada con un bajo riesgo cardiovascular.

El extracto de tomate, además de contener vitamina E, posee licopeno, fitoeno, fitoflueno y betacaroteno, perteneciendo todos ellos a la familia de los carotenos, presentes en vegetales y verduras, estando su concentración en sangre y en algunos tejidos en función de su ingesta. La próstata es el órgano donde más se encuentra concentrado el licopeno dentro del organismo, y aumenta a medida que tomamos una dieta rica en este compuesto. Estudios epidemiológicos y clínicos en este sentido, indican que hay un mejor estado de salud de este órgano al aumentar la concentración de licopeno. Analizando los niveles de antioxidantes en estos individuos, únicamente el licopeno parecía tener una asociación significante con la prevención de la enfermedad. Además, en INDIVIDUOS ALIMENTADOS CON MAYORES DOSIS DE LICOPENO SE APRECIABA UNA MENOR INCIDENCIA EN EL CÁNCER DE PRÓSTATA, presentando los mejores resultados aquellos varones que consumían frecuentemente productos derivados del tomate, tales como salsas con aceite.

Esta asociación entre compuestos activos del tomate y el aceite de oliva no parece caprichosa. Así lo dejan entrever recientes estudios que indican una mejor absorción de carotenos (mayor biodisponibilidad), como el licopeno, al tomarse estos junto con algunos tipos de grasas como el aceite de oliva.

Además del cáncer de próstata, al licopeno se le ha relacionado como agente preventivo de otros tipos de cánceres, tales como mama y colon. Entre sus posibles mecanismos de acción, encontramos una elevada capacidad antioxidante, la estimulación en la creación de comunicaciones intercelulares (la ruptura de comunicaciones intercelulares es uno de los primeros pasos en la diferenciación celular que conllevan al cáncer) la inhibición del crecimiento de células cancerígenas y de algunos factores que lo estimulan, así como de la activación de la familia de factores de transcripción NF-kB, relacionada con procesos inflamatorios crónicos asociados a la enfermedad cardiovascular y a ciertos tipos de cáncer.

La biodisponibilidad del licopeno a la hora de administrar un producto con este compuesto es primordial, puesto que si el organismo no llega a absorberlo en cantidad apropiada, su administración no resultaría efectiva. Una vez absorbido, hay que preguntarse si el licopeno por sí solo es efectivo o requiere la presencia de otros compuestos para llevar a cabo su acción, y si ésta es mayor cuando interactúa con otros antioxidantes. En este sentido, estudios experimentales y en animales apuntan que la acción del licopeno necesitaría la presencia de otros compuestos presentes en el tomate, tales como el fitoeno y el fitoflueno. El Aceiterol® cumple estas premisas puesto que contiene además de aceite de oliva para mejorar su absorción, fitoeno, fitoflueno, betacaroteno… todos ellos compuestos presentes en el concentrado natural de tomate.

 Publicaciones de los estudios realizados con nuestro producto:

 3.7.1. Efecto sobre el estrés oxidativo de la ingestión de un aceite de oliva virgen enriquecido con licopeno. Presentada en el II Congreso Internacional del Aceite de Oliva y Salud, celebrado en Córdoba y Jaén desde el 20 al 22 de noviembre de 2008.

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